En el distrito, resulta cada vez más preocupante la muy reducida cantidad de rincones verdes, cuyas dimensiones no superan los 3 metros cuadrados por habitante, muy por debajo del mínimo establecido por la Organización Mundial de la Salud, que equivale a los 10 metros cuadrados. En este sentido, Pollán enfatizó que “en Tigre se ha proyectado, en su última etapa, poco espacio público. Ha quedado en el olvido la proyección de estos espacios a nivel urbano tradicional”.

En consecuencia, la arquitecta afirmó que “no se puede pasar por alto el incumplimiento con una necesidad básica en materia de salubridad y medio ambiente, como lo constituyen los espacios verdes, y así lo reconoce y establece la OMS”.

Justamente, estos ámbitos representan un eje central en el deseo y la misión que Gladys Pollán se fijó en pos que Tigre vuelva a ser, como ella misma la llama, “una ciudad de oportunidades, una ciudad Faro”. Una concepción del distrito a escala humana, en la cual los espacios públicos representan un factor fundamental porque, según Pollán, “la pandemia nos enseñó que las plazas, los parques, los bulevares, y otros sectores verdes, deben dejar de ser meros espacios contemplativos, y convertirlos en lugares que nos identifiquen y que tengamos voluntad de vivirlos”. En este sentido, Gladys expresó que “es la percepción que compartimos con Malena Galmarini. Ambas sostenemos que deben significar un lugar de contención, que le generen al vecino un sentido de pertenencia, que sienta ganas de visitarlos, de estar ahí. Ella lo demostró, y lo manifestó en reiteradas ocasiones durante la gesta de recuperación de las tierras de Ecosol, que encabezó en su afán de preservar los espacios públicos”.

En base a semejante y tan grata experiencia, la arquitecta remarcó que “hay que reformular muchísimos espacios, y para eso debemos buscarlos porque están y no los vemos, no se los aprovecha, no se los tienen en cuenta, y los que están a la vista, no se los supo reformular. Por eso, Pollán enfatizó que “se los tienen que sacar a la luz esos rincones del distrito, y sacarlos a la luz es hacer obras, para vincular estos ámbitos con el desarrollo de la ciudad”.

El fin de dicha misión, según la Gerenta en Arquitectura de Aysa, consta en “dejar a la ciudad contemplativa y pasar a la ciudad de uso”. Por lo tanto, resulta esencial diversificar los espacios públicos, adaptándolos a las necesidades, pareceres y preferencias del habitante de Tigre. Al respecto, Gladys reflejó la imperiosa necesidad en que “el vecino y vecina se sienta incluido en Tigre, sea parte de la transformación de la ciudad, y de esa forma todos y todas encuentren su lugar. Mi prioridad no es otra que las mujeres, los niños, las niñas y a los adultos mayores, que todos y todas se sientan incluidos”.

Esta perspectiva de búsqueda de rincones verdes de calidad urbana, también comprende a los colegios y a los jardines de infantes, con la implementación de atrios escolares, que Pollán describe como “pequeños espacios públicos de calidad, en base a los conceptos de plaza. Los cuales sean reducidos, pero que te invitan a llegar a interactuar, provistos de equipamiento urbano, internet y juegos párvulos. Es un lugar previo, que hace además que la escuela se extienda más allá de sus límites físicos y se interrelacione urbanamente”.

Un horizonte con diferentes espectros y un mismo fin, que radican en que el vecino vuelva a sentir a Tigre como su lugar.