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Mucho se habló, se analizó y conjeturó por adelantado. Por eso, lo que se vivió en todo el país fue una jornada esperada, pero principalmente histórica, porque millones salieron a confirmar que detrás del paro general y las manifestaciones no existía otro motivo que el de defender y proteger los derechos adquiridos.

En tan solo 45 días, se ha profundizado un avallasamiento sobre las conquistas laborales, cuyas tres grandes muestras se cristalizan en el Proyecto de Ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos”, el Decreto de Necesidad y Urgencia, y la quita de subsidios a los servicios y al transporte.

Por esta razón, aquella convocatoria inicial a fines de diciembre por parte de la CGT, se transformó en menos de un mes en un espacio de reclamo y manifestación popular, y no sectorial, sino colectivo, aunque para algunos toda práctica colectivista sea mala palabra.

No solo fue una iniciativa de la central obrera, o de las entidades sindicales, sino de los trabajadores, de los miles que marchamos, sean organizados, o auto convocados, de los diferentes sectores de la cultura, de los jubilados y jubiladas, médicos, docentes, científicos, de aquellos que hacen un esfuerzo por no cerrar su pyme, en definitiva de todos los que ven en peligro sus derechos, los que tanto esfuerzo, sacrificio y lucha implicaron para poder alcanzarlos.

Por eso marchamos ¿Hay algún motivo más importante que marchar por el futuro de cada argentino, por impedir que nadie se quede atrás, por la justicia social de los argentinos? Estoy convencida que no. Esperemos que nuestros legisladores y legisladoras estén a la altura de los acontecimientos. Es lo que les estamos pidiendo.

(*) La autora es arquitecta y dirigenta de Union Por La Patria de Tigre, donde fue concejala.