Hace un tiempo leí que “los pueblos capaces de recordar a aquellos que dejaron huella son respetuosos de su historia y pueden proyectar un buen futuro”, este es el caso del Capitán Aldo Garrido, cobardemente asesinado el pasado 18 de febrero, al tratar de frustrar un robo en un local comercial de San Isidro.
Para los vecinos de San Isidro el Sr. Aldo Garrido era como el “Ángel de la Guarda”, íl siempre estaba ahí al servicio de todos, brindando su protección y su amistad.
Aldo Garrido, tucumano de nacimiento, con 31 años de servicio en la Institución policial, a la que dedicó su vida, fue es y será el modelo de policía que todos anhelamos, honrado, con vocación de servicio y capaz de dar su vida por la de sus conciudadanos.
Era un vecino más que amaba a su profesión tanto como al prójimo. No es común que miles de personas salgan a expresar su indignación y pesar por el asesinato de un policía; pero Aldo Garrido era especial, un valiente que teniendo edad para jubilarse seguía dando testimonio de vida para indicarnos que un mundo mejor aún es posible.
Las crónicas periodísticas dirán: “El Tribunal Oral en lo Criminal nº5 del Departamento Judicial de San Isidro, integrado por los Doctores: Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia, falló contra Ernesto Daniel Luque, de 29 años, y su pareja, Debora Acuña, de 30, condenándolos a prisión perpetua, por homicidio doblemente calificado, criminis causa, contra un efectivo policial”. Pero la persona excede a la condena, el deber ser y la dignidad edifican la trascendencia de los valores íticos, verdaderos faros para una sociedad en riesgo que no se transforma por decreto sino con ejemplos de vida.

* Dr. Norberto Erro
Diputado Nacional

Fuente: infoban.com.ar