El mejor consejo que escuche en finanzas corporativas para conocer el costo del dinero es el de levantar el teléfono y preguntar al banco cuál es la tasa a la que me prestaban. En ese llamado, la respuesta solía apuntar, al menos en una fracción significativa, hacia la tasa LIBOR (London Interbank Offered Rate). Desde mediados de la década de 1980, esta tasa ha sido ampliamente utilizada como referencia global en préstamos, desde hipotecas hasta operaciones interbancarias y otros productos financieros. Billones de dólares han estado y aún se encuentran sincronizados a su música en todo el mundo. Sin embargo, en 2012, se revelaron problemas en la partitura cuando se descubrió que algunos bancos habían manipulado las tasas LIBOR para su propio beneficio, socavando así la confianza en la exactitud e integridad de este índice.

Esta revelación condujo a investigaciones y multas significativas por parte de las autoridades regulatorias financieras en países como los Estados Unidos, Reino Unido y Suiza, afectando a bancos de renombre como HSBC, Citibank, UBS y JPMorgan.

La manipulación y falta de integridad de la LIBOR se manifestaron de varias formas. Por un lado, la falta de transacciones reales en el mercado interbancario hizo que las estimaciones proporcionadas por los bancos para calcular los costos de los préstamos interbancarios se basaran cada vez más en juicios y suposiciones. Además, la LIBOR se calculaba para diversas monedas y plazos, pero en muchos casos, no existían suficientes préstamos reales en ciertos plazos y monedas específicas, lo que cuestionaba la representatividad de la tasa. Además, durante la crisis financiera de 2008, la LIBOR demostró ser inflexible al no reflejar adecuadamente el aumento del riesgo crediticio, lo que puso en evidencia su falta de confiabilidad como referencia en momentos de estrés financier

Como consecuencia soplaron los vientos de cambio, y  el Intercontinental Exchange (ICE) anunció que la LIBOR sería gradualmente descontinuada, reemplazándola con tasas de referencia alternativas más sólidas y respaldadas por transacciones reales en los mercados financieros.

En este sentido, el ICE ha adoptado la tasa Secured Overnight Financing Rate (SOFR) como su nueva tasa de interés de referencia. La SOFR se basa en las tasas de interés que los bancos pagan al pedir prestado dinero entre ellos durante la noche, lo que se considera una medida más precisa y confiable del costo de pedir dinero prestado en comparación con la LIBOR.

La transición de la LIBOR a la SOFR es un proceso complejo que seguramente tomará varios años para completarse. Sin embargo, todo apunta a indicar que este cambio es fundamental para garantizar la integridad del sistema financiero.

 La tasa final de la LIBOR, ultimísima,  se publicará el 30 de junio de 2023, marcando así el cierre definitivo de una era en las finanzas globales. Ha muerto la reina ¿Viva la reina?Principio del formulario

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*por Gonzalo Fuentes Arballo, abogado, Magister en Administración de Empresas, especialista en Compliance y Prevención de Lavado de Activos