En Santiago del Estero, construyeron un “estadio mundialista”. En medio de tantas necesidades, el Estado gastó 1.500 millones en una cancha. Para tomar referencia: el Presidente acaba de anunciar obras en ésa Provincia por 3.500 millones…

Es grotesco. Es imponente. Genera una contradicción en todo momento.

Pero vamos al principio. Fui invitado por un auspiciante (la obra social Cober) para presenciar la final de la Supercopa entre River y Racing. Volé a Santiago ansioso: volvía a la cancha después de un año por la pandemia. No hay gente, pero me encontraba entre los mil privilegiados (incluye el personal que trabajó en la apertura de la cancha) de poder ver un partido dentro de un estadio. Poder escuchar los gritos de los jugadores, las indicaciones de los técnicos y un rebote fuerte de la pelota, se transforman en una experiencia única en estas épocas de coronavirus.

El imponente estadio de Santiago del Estero

La primera impresión impacta. El estadio es imponente. “De nivel mundialista”, como dicen los propios funcionarios de gobierno santiagueño. Tiene 30.000 butacas, 24 palcos vip, sector de prensa (aunque se olvidaron lo pupitres), 4 vestuarios, estacionamiento interno para 400 vehículos en el subsuelo y 2.000 más en estacionamientos externos, un museo interactivo, un bar restaurante que estará abierto al público y un sistema de iluminación que tienen pocos estadios en el país. Hasta ahí, los futboleros sacamos pecho y decimos: “así deberían ser todas las canchas del país”

Salir de ahí rumbo a la ciudad, nos desconcierta. Había pasado por Santiago (más precisamente por La Banda) hace 10 años, de camino al Norte. Sólo recuerdo bajar del auto y que la zapatilla se pegue con la brea de la ruta. El calor era infernal. Ahora, tuve algunas horas más para poder recorrer Termas de Río Hondo (donde me alojé) y Santiago Capital. En estas provincias feudales, recorrerlas da la misma sensación: que todo está hecho a voluntad del Gobernador. Uno camina y tiene la sospecha que un empresario amigo es el dueño de los pocos hoteles de nivel. Que el juego (porque proliferan los pequeños casinos y tragamonedas por la ciudad) tienen el beneplácito del Señor Feudal. Ni hablar la política, los medios, y todo lo que uno pueda imaginarse.

Santiago es una ciudad vieja. Termas también. Las calles están descuidadas y sucias. Las ciudades están opacas. Como las estadísticas: 42% de los santiagueños son pobres y la Provincia tiene los sueldos más bajos del país en la administración pública.

Además del estadio, el gobernador Gerardo Zamora (ex radical K, devenido en ultrakirchnerista) había gastado una millonada para construir el circuito para el Gran Premio de motociclismo y un campo de golf, que se inauguró con la presencia del presidente Macri. “Fomenta el turismo“, se jactan los funcionarios provinciales. ¿Será cierto? ¿No hay otras prioridades?. Dicen que para construir el campo de golf, “importaron” tierra desde Tucumán, ya que el terreno de las Termas no estaba apto para semejante campo.

El pensamiento que tenemos todos es lógico: también se podría fomentar la educación y la salud pública. Las denuncias por los faltantes en los hospitales son permanentes. Pero la prioridad fue gastar (según dicen) 1.500 millones de pesos. Aunque la oposición denuncia más: “Creemos que se gastaron 100 millones de dólares“, dijo Rodrigo Posse, diputado provincial de Santiago en CNN radio.

En la inauguración (previo a la goleada de River por 5 a 0), estuvo el presidente Alberto Fernández. Y dijo: “Las santiagueños también tienen derecho a tener un estadio así, no sólo es un beneficio de los porteños“. Claro que sí. Tiene razón Alberto. Pero los santiagueños, también tienen derecho a tener insumos en el hospital, acceso a la vivienda digna o escuelas públicas en condiciones.

La contracara es brutal

Para ser aún mas concreto: los palcos de los estadios son muy parecidos a los que conocí en el Mundial de Rusia. Y en el centro de la ciudad, la cola para hacer un trámite en el cajero automático del banco estatal de la provincia, era de una cuadra. Sí, una cuadra de cola para ir al cajero en el centro de la ciudad.

El santiagueño es noble. Habla en voz baja. Nos piden una camiseta. Alguno siente orgullo porque un día “van a jugar Boca o River en Nuestro Estadio… el más lindo del país” . Mientras, otros esperan y hacen la cola en el cajero

 

#Periodista, conductor de televisión, hincha de River, entusiasta trotamundo. No soy millenial.