Una vez más se vivió en el Deliberante de Vicente López el efecto de una concertación plagada de contradicciones ideológicas, basadas fundamentalmente en la necesidad de financiamiento de estructuras políticas personalistas, lejanas a las listas que les otorgaron las bancas, y claro está a los partidos políticos que les dieron sus plataformas.
El oficialismo en decadencia de Vicente López, está encabezado por el multiconverso Enrique García, surgido de una izquierda moderada afín al radicalismo, ingresó en la UCR, donde conoció su primer cargo político provincial, para luego llegar a la intendencia en medio de un escándalo protagonizado por su predecesor, el ex Intendente Sabatini.
Con el paso de los años, se juntó con el Menemismo, pasó por la Alianza de De la Rua, se acomodó en la crisis política en un pseudo vecinalísimo y se asoció con el PAUFE para luego recalar en el Frente para la Victoria. Una carrera desconcertante, que finaliza en la concertación “tan plural como singular”.
Sus concejales, que supieron ser mayoría, contaban en las mejores ípocas con el 60% de los votos, y el 70% de las bancas, merced a un sistema electoral que llena los vacíos con “residuales”.
En la actualidad, golpeado por las causas judiciales, los escándalos de corrupción administrativa, y de toda índole, alcanzan la suma del 25% de las bancas en el deliberante, no obstante acumulan votos a cambio de mantenerse en el poder, sin empacho en otorgar prebendas sectoriales o partidarias a cambio de una lealtad rentada.
Con 14 manos en la cuenta de cada votación, el deliberante hace gala de su desprecio por la representatividad democrática, convirtiendo las boletas electorales, en títulos cuasi nobiliarios que se adjudican los concejales, que traicionan el mandato que les fuera conferido por los votantes para efectuar un rol democrático imprescindible: ser oposición, controlar al oficialismo, marcarle límites y hacer respetar las leyes.
Una vez más el deliberante hizo gala de un alineamiento que no conoce ideologías, el oficialismo, logró imponerse con 6 votos, contra 18 votos de ediles votados para ser opositores, pero que la tentación, o la cercanía con el poder, los convirtió en cómplices políticos de un oficialismo sinuoso.
Los vecinos de este partido, que en las últimas elecciones dieron la espalda al mandato de dos dícadas de García, tendrán que conformarse con mantener unos pocos votos representativos de su disconformidad, y mascar la bronca de la indignación acumulada por los –quizá justificados- cambios de rol de los ediles electos para ser opositores, devenidos en oficialistas a ultranza.
Una reflexión para anticipar el final de otra jornada en el Honorable cuerpo Deliberante: si los vecinos hubieran querido votar a quienes apoyan a García, el actual intendente hubiera conservado el 63% de los votos, si votaron a otros partidos es simplemente por que no querían avalar la gestión del Intendente.
Los concejales que usan el mandato para acomodar familiares en la nómina de empleados de la municipalidad, a cambio de levantar la mano respaldando los proyectos del oficialismo, no traicionan sólo a los vecinos que les otorgaron un voto para representarlos, traicionan sus convicciones, sus creencias y a la Democracia, que les otorgó el rol de oposición por el mandato conferido por el voto popular.
Muchos de los concejales que lograron una banca denostando la mediocridad de algunos integrantes del oficialismo, la bajeza de las prebendas a cambio de beneficios a empresarios, la oscuridad de la administración pública, y el nepotismo imperante. Ahora son parte de lo que denostaban.
Evidentemente la política corrompe, y para que haya quien compra, hay uno que se vende.
El concejal que usa su mandato para acomodar a familiares no sólo es un exponente del mas cuestionable nepotismo, se condena a hacer primar sobre sus determinaciones la continuidad del trabajo de su/s hijos. Los que les otorgan los cargos y prebendas lo saben, lo impulsan y fomentan.
Salir de esa situación condicionante y auto- extorsiva no es fácil.
El que saca los pies del plato se queda sin cargos, sin dieta, sin empleo para su/s hijos, hermanos, esposos, concubínos, etc.
El intendente García quizá sea -en ese sentido- un ejemplo a seguir: no acomodó a ninguno de los suyos en la función pública, aunque el hecho que la nómina de empleados sea un secreto que esconde el destino de más de $100.000.000.- anuales hace presumir que los apellidos selectos por la discrecionalidad, no tienen partido, ideología ni escrúpulos.

*Sergio Astorga Bracht

Fuente: infoban.com.ar