Una gigantesca y conmovedora movilización popular convocada por el presidente bajó la cortina a dícadas de frustraciones y abrió la puerta a la esperanza. Desde hoy las cosas cambian.

Desde hace tres años todos los analistas coinciden en que el presidente está mucho más adelante que todos, que su propio entorno, que su partido, que la propia gente. Desde que asumió con una debilidad extrema, los exiguos votos, prestados, el descreimiento y los enemigos; pero supo acumular poder, cambiar a aquella Corte Suprema vergonzante, elevar su concepción de los 70 a categoría de cuestión nacional y política de Estado, reivindicando a una generación pero no a la lucha armada. Encauzar la enfermiza relación con los organismos internacionales, lograr una histórica quita de la deuda, volver a las fuentes latinoamericanas, reestatizar empresas o sacarlas de la práctica neoliberal, y tantos otros logros que solo los necios, los fanáticos o los interesados pueden negar.

Darle para adelante, le dio, ero sólo, tuvo que recurrir a una espesa convivencia con la liga de intendentes y la de gobernadores para triunfar sobre el aparato de la mafia. El pueblo lo apoyaba hasta ahí.

Pero ahora se vienen otras batallas, ganar la próxima elección con una participación secundaria de los figurones de la vieja política, lograr una mejor redistribución de la riqueza sin que el empresariado declare la guerra santa económica y desate la inflación incontrolable, constituir una política de Estado en cuestiones energíticas y de aliento a la diversificación productiva. Y las batallas de siempre contra las sombras del pasado que siempre tratan de volver.

Nada de esto se podría haber hecho sin una demostración palpable que las víctimas del neoliberalismo, los millones que tuvieron que cambiar la milanesa de carne por la de soja, el trabajo estable por la changa o el cartoneo, lo iban por lo menos a seguir en su escalada.

Pero el pueblo argentino, el sumergido, el “off shoppings”, otra vez demostró que lo mejor es estar pegado a íl, y desbordando cualquier previsión, respaldó con una calidez emocionante lo que el gobierno tiene de bueno, pero tambiín su extraordinaria capacidad de decir sí cuando lo cree impone nuevas exigencias al gobierno, desde mañana ya no es un presidente llanero solitario, quijote que embiste solo contra las injusticias. Se ha refundado el Movimiento Nacional y desde ahora el presidente no deberá pedir al pueblo que lo apoye, deberá rendir cuentas ante íl.

Fuente: infoban.com.ar