Mientras los que sí quieren en el Frente de Todos no miden como para encabezar y las opciones se reducen a que el propio nombre de la alianza sea el que arrastre los votos en la crucial legislativa, los que sí podrían darle cierta fuerza a la boleta del oficialismo le esquivan al compromiso, ya que saben que no hay margen para repetir la experiencia de las testimoniales y prefieren seguir en la gestión a pesar de las complicaciones de la pandemia, además de aspirar a tener revancha porque sienten que está cada vez más cerca la luz al final del túnel.
En las próximas semanas y hasta que se cierren las listas, cada nombre que se ponga en cabeza de la boleta, no será otra cosa que una especie de mancha venenosa por parte de otro de los nombrados.
