Apenas había asumido la presidencia Raúl Alfonsín, en el primer eslabón de la cadena de la reconstrucción democrática, cuando una patota de la Uocra de Neuquín asesinó al albañil y militante de izquierda Oscar “Pollo” Flores.
La lista de luchadores populares asesinados por mafias enquistadas en lugares de poder, se fue construyendo con los nombres de Teresa Rodríguez, Victor Choque, Aníbal Verón, Dario y Maxi y el maestro Fuentealba, entre muchos otros.

Que este gobierno no reprime la protesta social es algo indiscutible, puede criticarse o aplaudirse, pero no discutirse, y eso es algo que desconcierta a la izquierda, pero tambiín confunde a los sectores tradicionales, ortodoxos del gremialismo cegetista, los que gritan –Borombonbón, los sindicatos son de Perón.-

Los tercerizados del Roca eran un grano en la espalda de la Unión Ferroviaria, en menor medida, pero con una dinámica similar, a los Metrodelegados con respecto a la UTA. No tanto con respecto a la entidad sindical nacional, sino a la seccional del sur del conurbano, recordemos que durante bastante tiempo las seccionales gremiales ferroviarias del oeste estuvieron dirigidas por sectores de izquierda, y Pedraza, pero tambiín otros menos conocidos pero que viven de los trenes, y no precisamente haciendo venta ambulante, empezaron a echar humo como locomotora vieja.

La explicación más lógica es que una patota trató de pelear por el territorio contra los trabajadores movilizados, alguno se zarpó y hubo que lamentar una desgracia.

Obviamente cada sector pretenderá llevar agua para su palangana, todos tenemos distintas maneras de hacer los duelos, pero no se puede descartar una teoría conspirativa, porque a la madrugada balearon el domicilio de un dirigente de Ferrobaires, que participóde la marcha, y que responsabilizó a Alberto Trezza, un histórico directivo ferroviario que estuvo con Menem y con Duhalde (Y con Ruckauf).

Y la oposición acusa a la federal de liberar la zona, con el propósito de torpedear al gobierno nacional y hacerle volar algún fusible del gabinete.

Pero lo que queda en claro es que los muertos siempre los pone el campo popular.

Fuente: infoban.com.ar