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Escriben Prof. Norberto Ovando* y Lic. Mabel A. Giusfredi**

Según las Naciones Unidas, “El Día de la Tierra tiene como objetivo alcanzar un justo equilibrio entre el uso de los recursos naturales y las necesidades económicas y sociales, de nuestras generaciones presentes y futuras”.

Se designa Día Internacional de la Madre Tierra por la Resolución 63/278, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 22 de abril de 2009.

Más inversiones

El lema oficial para el Día de la Tierra de este año es: “Invertir en nuestro planeta”.

“Es muy urgente aumentar las inversiones en la naturaleza para cerrar las brechas de financiamiento climático y de biodiversidad y para ocuparse de la necesidad de acelerar la restauración de la tierra en todo el planeta”, señala el informe Estado del Financiamiento de la Naturaleza, especificando que se debe mitigar las crisis climáticas, de biodiversidad y la degradación del suelo, para cumplir estas metas se requiere multiplicar al menos por tres los recursos que se dedican actualmente hasta 2030 y por cuatro hasta 2050.

El documento destaca que, “El ritmo de extinción de las especies, el calentamiento global, el creciente número de fenómenos meteorológicos extremos y las enfermedades zoonóticas como la COVID-19 refuerzan aún más la necesidad de invertir en acciones sostenibles que mejoren la resiliencia de los ecosistemas y aborden los retos sociales como la seguridad alimentaria, el cambio climático, la seguridad del agua, la salud humana y la mejora de la resiliencia ante el riesgo de catástrofes”.

“Culpa al hombre de todo lo que le pasa a la tierra”. Friedrich Nietzsche

Los autores del reporte indican que “La actividad humana y un modelo económico que prioriza el crecimiento a corto plazo han dañado enormemente los ecosistemas”, por lo que piden un cambio de mentalidad que transforme la relación de las personas con la naturaleza. De lo contrario, advierte, “La explotación irracional de los recursos naturales generará cada vez mayores pérdidas financieras”.

Los sistemas económicos, financieros y productivos pueden y deben transformarse para dirigir e impulsar el cambio hacia la sostenibilidad. La sociedad debe incluir el capital natural en la toma de decisiones, eliminar los subsidios perjudiciales para el medio ambiente e invertir en la transición hacia un futuro sostenible.

Un año histórico para la comunidad ambiental mundial

Este Día Internacional de la Madre Tierra, necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta.

Los cambios provocados por el hombre en la naturaleza, así como los crímenes que perturban la biodiversidad; como la deforestación, el cambio de uso del suelo, los incendios forestales intencionales, la producción agrícola y ganadera intensiva o el creciente comercio ilegal de vida silvestre, pueden acelerar el ritmo de destrucción del planeta.

Restaurar aquellos que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero sólo lo conseguiremos si todo el mundo pone su parte.

Los ecosistemas sanos nos ayudan a protegernos de las enfermedades porque la diversidad de especies hace más difícil la propagación de patógenos.

El bienestar de los jóvenes de hoy y de las generaciones futuras depende de una ruptura urgente y clara con las tendencias actuales de deterioro del planeta.

Hacer las paces con la naturaleza

A medida que la crisis climática se vuelve cada vez más grave, cada nuevo Día de la Tierra adquiere una mayor importancia.

Los bosques y los océanos  (son los mayores productores de oxígeno), forman el principal órgano respiratorio del planeta. Son de vital importancia para mantener la vida en la Tierra y desempeñan un papel fundamental, tanto, en la lucha contra el cambio climático y en limpiar nuestro aire.

La contaminación del aire, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), mata a 7 millones de personas cada año. En todo el mundo, 9 de cada 10 personas respiramos aire contaminado debido a las emisiones del tráfico, la industria, la agricultura y la incineración de residuos.

Desde lo psicosocial, esta contaminación, puede resultar que nos movamos menos fuera de los espacios cerrados, por lo que se potencia el aislamiento de las personas, debilitando redes y actividades compartidas, afectando vínculos y tareas gratificantes y/o necesarias.

“La humanidad ha declarado la guerra a la naturaleza, algo tan insensato como suicida. Las consecuencias de nuestra temeridad ya están provocando sufrimiento humano, importantes pérdidas económicas y un aceleramiento de la erosión de la vida terrestre”, dijo António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas.

Conclusión

No tenemos que esperar cada 22 de abril para hacer cosas en favor de nuestro planeta. Solo tenemos que cambiar nuestros malos hábitos. No hay que consumir los recursos en exceso, no derrochar energía ni generar desechos innecesarios.

No garantizar un aire limpio para los ciudadanos constituye una violación de los derechos a la vida, la salud y el bienestar, así como el derecho a vivir en un entorno saludable. Los gobiernos nacional y provinciales deben tomar medidas urgentes para dejar de deforestar y comenzar a restaurar los ecosistemas.

Debemos actuar (audazmente), innovar (ampliamente) e implementar (equitativamente).

* Experto Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
**Lic. en Servicio Social y Directora Socioambiental
Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)