La mamá de Érica Soriano se alegró de que el fallo quedara firme pero pidió que alguien "se quiebre"

María Ester Romero, la madre de Érica Soriano, la joven embarazada oriunda de Villa Adelina  que hace 11 años desapareció en Lanús y por cuyo femicidio fue condenado a 22 años de prisión su pareja Daniel Lagostena, manifestó su alegría por el fallo de la Corte bonaerense que dejó firme la condena, pero aseguró que aún falta que alguien "se quiebre" para saber qué hicieron con el cuerpo de su hija.

"Me sorprendió, sabíamos que iba a presentar algún recurso, pero que haya quedado firme la sentencia también en la Corte es una muy buena noticia", dijo Romero (71) a Télam, al enterarse del fallo por esta agencia.

"Justo estaba viendo un video que armó la gente de Lagostena diciendo que es inocente y me entero de esta noticia. Las palabras sobran", agregó la mujer.

A dos días de un nuevo aniversario del crimen de su hija, Romero aseguró: "De esto pasaron 11 años y el dolor está ahí, eso no va a cambiar nunca. Antes pensaba que con el tiempo se iba aliviando, pero no es así".

La mujer dijo que más allá de que la justicia condenó a Lagostena, aún resta poder identificar a los eventuales cómplices que puedan revelar la verdad sobre el destino del cuerpo de Érica, que nunca fue hallado.

"Yo tengo 71 años y por la pandemia me quedé quieta, pero cuando todo esto pase, voy a insistir. Queda algo muy pendiente que es la declaración de Daniel o de alguien que haya estado en ese momento o lo haya ayudado. Alguien que pueda decir lo que pasó exactamente", afirmó.

"Un cómplice, alguien que haya estado y sepa, y yo sé que lo hay. Alguien que pueda quebrarse", agregó.

Romero aseguró que "Lagostena nunca va a decir qué hizo con Érica porque, tal como dijeron las pericias psiquiátricas, es un psicópata de manual".

"No le importa en absoluto lo que le pasó a Érica. Ser psicópata no es una enfermedad, es una condición y no es algo que no se pueda cambiar o de lo que se pueda rehabilitar", opinó.

La madre de la víctima señaló que aún no pierde las esperanzas de conocer "toda la verdad" y recordó el mal momento que vivió cuando un supuesto detective privado le dijo que Érica estaba con vida.

"Se llama Pablo Jesús Iglesias y me hizo creer que yo podía estar equivocada y que mi hija podía estar con vida. Ese hombre fue lo peor, no solamente porque me sacó plata, sino porque me dijo que mi hija estaba en Misiones y había una testigo. Pero era todo mentira. Lo denuncié pero nunca estuvo preso, nunca pasó nada", concluyó.

La investigación

Lagostena (61) está encarcelado y cumple su condena en la Unidad 1 de Olmos del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

En la investigación se acreditó que el 20 de agosto de 2010, Lagostena y Érica (30), tras visitar a un ginecólogo en Capital Federal, se dirigieron a su domicilio en Lanús, donde ya se encontraba una persona no identificada hasta ahora que utilizó el teléfono de línea para llamar a una pizzería a las 22.01.

Se estableció que a las 22.13 Érica habló con una amiga, quien luego declaró que se dio cuenta de que en el viaje iba manteniendo una pelea con Lagostena.

El imputado siempre declaró que habían discutido y que Érica se fue de la casa rumbo a lo de su madre en Villa Adelina, pero cuando Romero lo llamó para preguntarle dónde estaba su hija, el condenado le dijo: "Se debe haber perdido".

Analizados los testimonios de los familiares, amigos y allegados de Érica y los mails que se intercambiaban entre ellos, se concluyó que la pareja estaba atravesando una crisis por los celos y la desconfianza de Lagostena.

Tras la desaparición de la mujer, los peritos que buscaron rastros en la casa de la pareja hallaron la chimenea caliente, pese a que ese día hacía 24 grados, y restos de poliéster que se correspondían con una bombacha, por lo que se presume que Lagostena quemó allí la ropa de Érica.

También se encontró una mancha de sangre debajo de una mesita ratona que fue detectada con el reactivo Luminol, pero como había sido lavada sólo se pudo determinar que era de mujer.

Los investigadores dieron por acreditado que Lagostena tenía vínculos con propietarios y empleados del rubro funerario que lo podrían haber ayudado a deshacerse del cadáver.