De como terminó bien una historia de pasiones, tragedias, enredos y extravagancias.
Cuando en 1933 el pintor muralista mexicano David Alfaro Sequeiros llegó a la Argentina invitado por Victoria Ocampo para brindar tres conferencias sobre el rol del artista, ya era una figura consagrada que había expuesto en Nueva Cork y París. Su chocante, saltona y provocativa pintura contenía elementos del impresionismo, había estudiado a Cezanne en un viaje a Europa, así como la tícnica de frescos renacentistas en la Toscana. Y obviamente recogía la tradición de los muralistas de su patria, Diego Rivera y Josí Clemente Orozco además de elementos del Realismo Socialista.
Durante las luchas civiles de los que participó militarmente se nutrió del profundo sentido estítico plástico del arte popular mexicano.
Militaba en el Partido Comunista, que en la ípoca sufría de un ultraizquierdismo exacerbado; en su primera conferencia llamó a los artistas a salir de las cuevas de la oligarquía y exponer su obra, como los griegos clásicos, entre la cotidianeidad del pueblo.
No hubo segunda ni tercera conferencia, todavía el Peronismo no había acercado a los distintos sectores sociales, los artistas se movían entre círculos sociales altos salvo contadas excepciones, y el gobierno de Agustín P. Justo estuvo a punto de encarcelarlo como agitador.
Natalia Botana era un extravagante uruguayo que, emigrado a la Argentina había fundado el diario Crítica, con lo que había ganado en una timba, y por la fecha vendía setecientos mil ejemplares diarios. El diario no era ni amarillista ni sensacionalista, pero rozaba las dos desviaciones, quedando por poco dentro del terreno de lo genial. Allí escribieron Borges, Arlt, González Tuñón, Olivari.
Botana, enterado de la situación que vivían el artista mexicano y su esposa, la bellísima y salvaje escritora uruguaya anarquista Blanca Luz Brun, los invitó a instalarse en su mansión de Don Torcuato. La conexión del deseo entre el periodista dueño de casa y la escritora fue instantánea, y Botana encontró en la oferta de pintar un mural, la excusa para prolongar la estadía del matrimonio en la finca Los Granados.
Sequeiros encontró consuelo a su dolor en Salvadora Medina Onrubía, esposa de Botana, tambiín hermosísima mujer, que tuvo el honor de ser la primera en su gínero presa por motivos políticos, por su apasionada defensa del anarquista Simón Radowitsky. Adicta a la morfina y a la magia negra por causa del suicidio de su primer hijo, era una mujer enloquecedora, amante a diestra y siniestra del abanico sexual.
Para pintar el que pasó a la fama como “Ejercicio plástico” Siqueiros contó con la colaboración de tres jóvenes que despuís alcanzarían el grado de maestros de la pintura: Lino Eneas Spilimbergo, Antonio Berni y Juan Carlos Castagnino.
El matrimonio Sequeiros fue amablemente conminado a abandonar el país. En 1941 Botana murió cuando uno de sus tres Rolls Royce se desbarrancó en el norte argentino, y comenzó una puja fraternal por el control de sus bienes entre sus hijos. Crítica terminó siendo controlado por Perón, y la quinta de Torcuato adquirida por Alvaro Alzogaray, cuya esposa mandó a frotar con ácido los cuerpos desnudos del mural en la cava de vinos, pero la utilización experimental de pinturas sintíticas impidió la destrucción de la obra, que fue tapada con cal para que los hijitos del capitán ingeniero no vieran esas escenas vergonzantes para las cuales Blanca Luz posó desnuda.
En la dícada del 90 un oportunista compró la mansión con el único fin de desmontar el mural y venderla a un museo londinense en una cifra descomunal de libras esterlinas, cuan grande habrá sido la oferta que derrumbó la exquisita construcción para lograr su fin de poder trasladar la obra.
La demolición de una casa histórica para la población de Torcuato motivó la movilización asamblearia de un sector importante de vecinos, que no contó con la fuerza suficiente para frenar la pírdida del patrimonio histórico.
A fines de la dícada del 90 Daniel Fariña era dirigente de la Unión de Docentes de Tigre, y editor de la revista “La Cultural de Tigre”, se interesó por el caso del mural perdido y presentó un proyecto de preservación ante el Concejo Deliberante, que fue aprobado, con ese antecedente recurrió a Sergio Massa, joven diputado provincial por esos años, que presentó un proyecto de ley tendiente a recuperar la obra, ley que tomó como propia el Congreso Nacional, pero que resultó vetada por Duhalde a cuatro días de haber asumido la presidencia interina.
Por fin durante el gobierno de Kirchner, y en los primeros meses del de CFK se terminó la batalla político—legal y la gigantesca obra, que había dormido deteriorándose en unos contenedores, comenzó a ser trasladada para su ubicación definitiva, previa restauración, en la Aduana de Taylor, frente a la Casa Rosada.
El MAT presentó una recreación del “Ejercicio” en un ámbito realizado por el escenógrafo Miguel Battaglia, adjuntas fotografías espectaculares de Anne Marie Heinrich tomadas en 1933, Aldo Sessa y Pedro Roth y una completa infografía sobre las alternativas artísticas, políticas y legales de una saga de más de 70 años en la cual aparecen personajes que todavía hoy resultan interesantes.
La muestra es como todas las que realiza el MAT: Una garantía.
En la inauguración estuvieron el intendente Zamora, la primera candidata Malena Massa, Daniel Fariña, que hoy es Director de Gestión Cultural del municipio de Tigre, y la embajadora Magdalena Fallace, quien tuvo el rol fundamental de interesar a la presidenta en la salvación de una obra histórica. No pudo estar presente Sergio Massa, gracias a quien el mural se salvó de ser enajenado primero, y destruido despuís, por hallarse abocado a sus obligaciones como Jefe de Gabinete.
No será bueno perdírsela.

Fuente: infoban.com.ar