La venta de la compañía más importante del país en electrónica y electrodomésticos se acerca a su definición y ahora el candidato es un hombre de negocios variados y vertiginoso crecimiento.

Carlos Maximiliano Humberto Rosales. La página web del Club Atlético San Lorenzo no deja dudas sobre el nombre completo del empresario que en las últimas semanas se posicionó para quedarse con Garbarino.

¿Qué tiene que ver el club de Boedo en esta historia? Rosales es el hombre que puso Marcelo Tinelli como protesorero, aunque el conductor televisivo no se muestra cercano hoy a este empresario de las ramas más diversas de los negocios. “Charly” lo llaman sus cercanos, los que vieron con sorpresa y atención el inusual crecimiento que tuvo en los últimos años, realizando grandes inversiones y ramificando sus áreas de negocio aunque no tienen tan claro cómo consiguió los fondos para hacerlo.

La lucha por comprar Garbarino es la última aventura comercial de Rosales, titular del Grupo Prof, una compañía aseguradora. Sin la oferta del fondo Inverlat (dueño de Havanna, por ejemplo), el empresario se interesó en asumir las deudas de la mayor cadena de electrodomésticos y electrónica de Argentina para poder transformarse en el nuevo dueño.

Enfrente tiene a Covelia, la empresa que pertenece a Ricardo Depresbiteris, dedicada a la recolección de residuos y servicios de higiene.

Para lograr su objetivo, el primer movimiento que realizó Rosales fue utilizar su cercanía y tejer un acuerdo con Armando Cavalieri, titular del Sindicato de Comercio, al que pertenecen la mayoría de los más de 4000 empleados con los que cuenta Garbarino. Es un misterio saber cuál fue la promesa que le realizó Rosales a Cavalieri para que le brinde su apoyo, pero esa alianza genera extrema preocupación entre los trabajadores de Garbanino.

Hay poca información sobre cuál será el plan de Rosales (49 años, que también posee hoteles y locales gastronómicos) para salvar a Garbarino. Por ahora, sus movimientos son a escondidas y parecen más estratégicos que económicos, que es lo que realmente se necesita para renegociar las deudas millonarias que acumuló Garbarino. Y su antecedente con el Grupo Prof no es de lo más alentador para imaginar un final feliz.

Según las fuentes en 2017, cuando la Superintendencia de Seguros de la Nación descubrió que la aseguradora del Grupo Prof tenía un difícil sobre el capital mínimo exigible para continuar con la actividad, Rosales le pidió ayuda al empresario Alberto Castro, quien aportó 12 millones de dólares. Castro iba a asumir un cargo importante en la conducción de la empresa, pero eso nunca ocurrió. Según Castro, descubrió que en Prof “se inflaban las liquidaciones para fugar dinero de la empresa” y Rosales nunca le dio el lugar prometido en el directorio e incluso que lo habría estafado con las acciones que le reconoció. Por esa razón, Castro presentó una denuncia que se tramita en el juzgado federal de Rodolfo Canicoba Corral, donde el polémico protesorero de San Lorenzo está acusado de “estafa, defraudación por administración fraudulenta y falsificación de documentos públicos”. Además, pesa sobre él un reclamo monetario de 220 millones de pesos.

En el ámbito de las aseguradoras, Rosales no es bien visto por sus colegas, que en off lo acusan de fondearse suscribiendo “primas por debajo de sus precios técnicos” que luego no contarían un real respaldo financiero.
Manteniendo contactos de ambos lados de la grieta, Rosales intentó incursionar también en el rubro de los medios de comunicación ofertando 80 millones de pesos para quedarse con los medios de Cristóbal López, el diario Ámbito Financiero, el portal Minuto Uno y las radios Pop, One y Mega, gracias a los servicios de uno de sus socios en el Grupo Papyrus que atendía en los dos lados del mostrador, ya que reportaba durante la gestión de Cambiemos en el organismo que regula las comunicaciones. En aquel entonces adujeron haber encontrado “pasivos ocultos” para retirarse de la operación, y hoy buscan hacerse de una de las cadenas de electrodomésticos más reconocidas, en una operación en la cual los primeros que quieren cobrar son los bancos y proveedores, y en medio de la pandemia por coronavirus el canal online de la cadena no llega a cubrir los gastos ni el pago de sueldos.