En los últimos días el posible cierre del Parque de la Costa fue subiendo de temperatura, y mientras la empresa jugaba al teléfono descompuesto y se victimizaba culpando a la pandemia, a los trabajadores y a las deudas al mejor estilo Cara de Barro, apareció un jugador inesperado a ofrecer su “expertise”, ya que se recuerda que más de una vez arregló alguna calesita chocada.

Mientras un móvil televisivo cubría el reclamo para que no deje de funcionar el parque de diversiones, apareció por teléfono el ex alcalde tigrense, hoy presidente de Diputados, que fue ovacionado por los trabajadores cuando se comprometió a encontrar una solución para que no se pierdan las fuentes laborales, noticia que caló hondo hasta en quienes se encontraban descansando a pocos minutos de lancha del lugar del conflicto.