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El cadáver de María Cristina De Vincentiis (90), la jubilada asesinada de un cuchillazo en el cuello en su casa de San Isidro, fue movido de lugar en la escena del crimen, y la sospecha de la fiscalía es que quien lo hizo fue su hijo, detenido por el caso, cuando el día del hallazgo presuntamente montó la escena de un supuesto robo antes de llamar a la Policía, informaron hoy fuentes judiciales.

El dato surgió del análisis de los forenses que trabajaron en la escena y en la morgue de las denominadas "livideces cadavéricas", que son las manchas moradas que aparecen en un cadáver por la sangre que deja de circular y se acumula, por la fuerza de gravedad, en determinadas regiones, de acuerdo a la posición en la que se encuentre el cuerpo.

En este caso, voceros judiciales indicaron a la agencia Télam que De Vincentiis apareció tendida "decúbito dorsal" (boca arriba) en el piso de la cocina de su vivienda y así dijeron haber encontrado tanto su hijo como una vecina de la cuadra que también ingresó a la casa.

Sin embargo, las livideces que presentaba el cadáver no coinciden con las que deberían haber aparecido en esa posición -las manchas deberían estar en la región dorsal-, sino que estaban que estaban como si el cuerpo hubiera estado en posición sentado.

Para que las livideces queden fijadas en un cuerpo y no puedan cambiar de ubicación tienen pasar 24 horas, por lo que la hipótesis de la fiscalía es que, cuando la jubilada italiana fue asesinada, según la data de muerte y el análisis de los videos el lunes pasado, su cuerpo quedó en posición sentado.

"El dato objetivo es que alguien movió el cadáver y nuestra sospecha es que quien lo hizo fue el imputado Aldo Di Paolo el miércoles por la noche, cuando generó algo de desorden y armó la escena de un supuesto robo en la casa de su madre. Lo tenemos filmado entrando a la casa, saliendo tras unos minutos y luego volviendo a entrar antes de que llame a la Policía", dijo una fuente judicial.

La propia fiscal Asprella, en la descripción del hecho que le imputó a Di Paolo al indagarlo el viernes pasado pasado, hace referencia a la maniobra del cambio de posición del cuerpo.

"Montó una escena en el lugar, compatible con un hecho de sustracción, para lo cual generó un contexto de desorden, movió el cuerpo de la víctima de la posición en que se encontraba al tiempo de su fallecimiento, e indicó la posible sustracción de elementos de valor pecuniarios, tales como joyas, teléfono celular y dinero en efectivo; circunstancias generadas para procurar su impunidad", escribió la fiscal en el acta de la indagatoria, a la que accedió  la agencia Télam

En tanto, el juez de Garantías 1 de San Isidro, Ricardo Costa, avaló todo lo actuado hasta el momento y a pedido de la fiscal de la causa, Carolina Asprella, convirtió la aprehensión del imputado Aldo Antonio Di Paolo (65) en una detención formal por "homicidio doblemente agravado por el vínculo y por la alevosía", delito que prevé pena de prisión perpetua.

Por su parte, el nuevo abogado de Di Paolo, Hugo López Carribero, afirmó esta mañana al canal C5N que "no descarta" la participación de una mujer en el hecho y adelantó que presentará en la causa un escrito en el que solicitará medidas para investigar otras "tres hipótesis" del homicidio.

Di Paolo fue quien el miércoles 8 pasado por la noche llamó a la Policía para decir que había encontrado muerta a su madre en su domicilio de Avellaneda 1314 de Las Lomas de San Isidro, en el norte del conurbano bonaerense, y denunció el faltante de una serie de joyas y del celular de la víctima.

La jubilada de nacionalidad italiana estaba tendida en el comedor cocina de la vivienda, con una cuchilla de cocina con mango de madera de la propia casa, clavado en el cuello.

Si bien se planteó como hipótesis inicial la de un homicidio en ocasión de robo en el marco de una entradera, la fiscal no dejó de investigar al hijo.

La clave para ordenar la detención de Di Paolo fueron una serie de contradicciones y los videos de las cámaras de seguridad de una fábrica ubicada enfrente a partir de los cuales se vio que la única persona que había ingresado a la casa de la víctima entre el lunes a la tarde - fecha compatible con la data de muerte-, y el miércoles del hallazgo, había sido su hijo, que vive a la vuelta, en la misma manzana que su madre, a unos 150 metros de la escena del crimen.

En su declaración indagatoria, el imputado negó haber cometido el crimen de su madre, y cambió el día en el que dijo haber ido por última vez a la casa de la víctima: en su relato como testigo, había dicho que lo hizo el domingo; sin embargo, al declarar como imputado -y sabiendo que había videos-, afirmó que había ido el lunes pasado.