¿Cómo puede ser que arrasemos en la capital y no podamos mover el amperímetro en la provincia y el país? se pregunta la derecha en la post-elección porteña.Se comenzó a hablar de la posibilidad de que el polímico ingeniero Juan Carlos Blumberg sea quien enfrente a Cristina Fernández de Kirchner en las presidenciales de octubre.
Lavagna a los únicos que les gusta es a los dinosaurios radicales que extrañan a Duhalde. López Murphy ha quedado circunscripto a un pequeño sector de la clase media con gran poder adquisitivo, Lilita Carrió es un collar de bolas de bowling para cualquiera que intente flotar a su lado. Sobish, despuís del asesinato del docente Fuentealba, hace declaraciones desde la camilla de la morgue, Ramón Puertas es un desconocido ni siquiera ilustre. La consecuencia de todos estos hechos es que la oposición no logra articular un discurso, hasta Macri se hace el progresista y habla de equidad y educación y salud gratuita, íl, el gran apoyo de los privatizadores y el mismo un beneficiado con las privatizaciones.
No tiene discurso este sector, y sus figuras en el orden bonaerense y nacional no enamoran; en medio de esta situación la ciudadanía porteña pone a la derecha al borde de lograr el gobierno, en abierto desafío a la propuesta de modelo superador del neoliberalismo que propone Kirchner, entonces la derecha empieza a pensar que, a lo mejor, en los núcleos urbanos puede repetirse esta tendencia, y los encuentra desarmados y desnudos.
En los últimos días Blumberg, que pensaba medir por lo menos el 25% en intención de voto antes de oficializar su candidatura, y no lograba crecer más allá del 15%, mientras Scioli pasa el 50%, había empezado a caminar a la retranca, quizá pensando que le convenía más una diputación segura que un papelón.
Ahora se empieza a tirar desde los medios concentrados que si Macri gana el ballotage, el comandante de la mano dura sería el candidato a presidente encargado de poner en fila a todos los capitanejos de la derecha, se llamen Patti, Puertas, De Narváez, con la jefatura de gobierno porteña como nave insignia.
Entre tanto el gobierno ya salió confrontar ideológicamente dejando en claro que hay dos modelos en pugna, cosa que la gente de Macri no quiere aceptar, no quiere ser el candidato del modelo noventista.
Ardua tarea le espera al gobierno, tratar de remontar un resultado que demuestra un corrimiento de gran parte de la ciudadanía a posiciones contrarias al progresismo que posibilitó el crecimiento del que ellos mismos se beneficiaron.

Fuente: infoban.com.ar